Una reflexión sobre el agotamiento académico, el equilibrio y retomar lo que dejamos en pausa.
Así es: han pasado 9 años desde que terminé el último semestre del posgrado. Desde entonces, se acabaron las clases, las entregas, las salidas a campo, las mediciones en laboratorio y esas horas interminables frente a la computadora.
¿Me gustó hacer el posgrado? Sí.
¿Me sirvió en mi carrera profesional? Claro.
¿Cambiaría algo de lo que hice? DEFINITIVAMENTE.
Cuando ingresé a la maestría era una persona vivaz y curiosa, determinada a terminar cualquier tarea. No importaba la hora, el día ni el momento del año: siempre me decía que tenía que apresurarme a hacer o preparar algo.
Lo que no contemplé fue que, al finalizar el tiempo de estudio, acabaría agotada, estresada, frustrada y solo más o menos contenta. Y es que obtuve buenos resultados: gráficas bonitas, tablas bien hechas y una defensa de tesis sólida. Lo suficiente como para que mi asesor y sinodales me dijeran: ¡Ya está, escribe tu artículo!
Pero mi reacción fue más cercana a una cara cansada y desconcertada.
De verdad estaba muy cansada. Quería dormir. Quería salir. No quería sentarme otra vez a escribir.
Nueve años después he retomado mis datos y, poco a poco, estoy preparando ese artículo. No porque alguien me lo pida. No porque lo necesite para mi trabajo actual (afortunadamente tengo esa ventaja). Sino porque creo en mi trabajo. Y, sobre todo, porque ahora puedo ver con claridad que me faltó buscar un balance.
Es cierto: no existe la situación perfecta, ni el equilibrio perfecto. Pero sí es fundamental desarrollar habilidades que te ayuden a poner límites sanos. Esto no solo aplica al ámbito estudiantil o laboral, sino también a la vida en general.
La verdad es que a veces es muy complicado. Hay temporadas en las que todo abruma y parece que no hay más opciones.
Después de trabajar estos años entendí algo:
Todo el tiempo, todo urge. Todo es importante. Todo se necesita “para ya”.
Y no queda más que sacar la chamba. Pero en serio: coman bien, traten de dormir 8 horas, pasen tiempo con sus seres queridos, pasen tiempo a solas.
No es fácil. A mí me costó años dejar de sentir culpa por descansar, por ver un rato la tele, por sentarme a ver TikTok (jeje). Justo hoy pensaba: no tengo idea de si comía, cuándo comía, a qué hora salía… A veces salía tan cansada del laboratorio, y aún me esperaba una hora de transporte público. Por fin llegaba el autobús, me tocaba ir parada, luego caminar hasta casa… todo eso para volver a prender la computadora.
En fin. Ya me desahogué mucho, y yo solo quería contar que, aunque ya haya pasado “tanto tiempo”, lo cierto es que pasó el tiempo suficiente para entender que también necesito respirar para poder disfrutar lo que hago.
Voy lento pero seguro. Trato de organizarme. Tengo lista mi plantilla de Notion para planificar la semana. Y sí: así como apunto hacer la gráfica de esta cosita, también apunto visitar a mis papás.
Pd. Si hay alguien a quien interese la plantilla (que no es la más pro del mundo) se las paso ✅

Deja un comentario